Soledad, tristeza, confusión, rencor, desconfianza, tantos sentimientos que parten del primero y desembocan en una catástrofe interna donde a cada momento la sala del juicio evalúan acciones y palabras captadas por el iris y la escucha, pues a diario se dictan varios veredictos y sesiones es pausa esperando más indicios para proclamar algo verídico.
Es como si el cielo estuviese a solos metros de la tierra pero a la vez sigue siendo intocable por mas que te acerques, es tan desesperante como ver a una persona tomando tus cosas y estar en un estado de inmovilidad absoluta donde tu sentido de la vista es el único en funcionamiento, pero si le damos un poco de valor a eso y eso que te arrebatan es la joya favorita de tu padre que ya no se encuentra contigo, también puede ser la persona que amas o simplemente algo que sabes que nunca volverá a existir ni volverás a encontrar, todo esto pasando y tu sin poder hacer algo para evitarlo más que ver cómo se alejan con eso que a partir de ese momento ya no te pertenece y simplemente queda el recuerdo, un triste recuerdo.
Después de eso ya nada volverá a ser igual, ya no sonreirás igual porque ya eso no se encuentra en tu campo visual por más que le encuentres, los días y las noches pasan a ser solo eso, días y noches...
Hasta que salga un nuevo sol y sientas una nueva luna mas grande, mas clara, mas pura, mas cautivante, una mirada que te muestre lo que hay dentro de ti, una sonrisa que por empatía haga mostrar la tuya, una voz que sea solo para ti y por ti desde el momento en que cambia su tono habitual para dirigirse a ti, una nueva piel que sea tan suave como tus ganas de hablar y que soporten tu tacto más fuerte y apasionado como tus ganas de no alejarte de el o de ella, afinidad, empatía, curiosidad, paz, esto y mucho más ocurre cuando una flor se marchita y otra florece. Esto es levantarse después que caer.
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