Soñaba con este día mas de lo que puedo explicarlo, pero era mas grande aun la sensación de que jamás llegaría. Como una elegante y hermosa estilla clavada en mi pecho eras tu, a pesar de que por fuera lucias como una reliquia única e incomparable, por dentro causabas un dolor silencioso, de esos que ante el mundo te hacen sonreír como si de felicidad fueses a explotar y por las noches, en medio de la oscuridad con la soledad ocupando el otro lado de mi cama, eran mis ojos derramando lagrimas quienes daban una segunda opinión. Sin prologo, sin desarrollo, sin epilogo, sin referencias ni agradecimientos, ya no tenia orden ni sentido, ya no tenia un final feliz. La historia de dos enamorados se convirtió en la de un solitario hundido en la tristeza, siguiendo sus pasos y dejando trozos de el por todo el camino.
Hallaba esperanzas en cualquier palabra que tus labios pronunciaran, veía rayos de luz que no eran mas que el reflejo de lo que deseaba pasase, soñaba hasta después de que la luna se ocultaba, que tu mano tomaba la mía, que tu sonrisa provocaba armonía, que con besos y caricias hacíamos del silencio la melodía mas dulce que cualquiera pudiese escuchar. Mi piel se erizaba con solo imaginar tu presencia y mis latidos iban al ritmo de una locomotora a punto de salirse de los rieles, me provocabas una sensación tan inexplicable que hoy en día, luego de pasado su efecto aun no puedo describir. Las expectativas eran de 100 a -1 cuando finalmente estábamos frente a frente y la realidad con solo un soplo derrumbaba cualquier intento de inmediato, aun así seguía justificando cada acción y en cada reacción todo empeoraba.
Claramente ya no hablábamos el mismo idioma y aunque antes no hubiese podido decir esto, realmente nos unían recuerdos, ocasiones y un montón de costumbres. Pero no esa costumbre de estar con alguien solo por estar, porque ni siquiera éramos aunque fuimos, hace mucho que nuestros pies no pisaban la misma calle, estábamos a distancia, acercándonos en cada curva que coincidiera con nuestros caminos separados; el problema era que yo siempre busque desviarme para que eso sucediera y ya no se trataba de casualidad sino de terquedad.
Confundí el ser constante con lograr un imposible, creyendo ciegamente que porque una vez pude con esfuerzo y dedicación podría de nuevo. Y comprendí que no es que no fuese suficiente, ni que fuese poco, menos que había fallado en algo o en muchas cosas, era mas simple que todo eso. Nadie te deja entrar si no quiere, aprendí que yo ya no era lo que deseabas, por mas que cambiara o mejorara, por mas que te diera o dejara de dar, por mas que estuviese o me marchara, todo había terminado y mi nublada vista no lo notaba.
De un momento a otro comencé a explotar, una y otra vez, siendo molesto, presionando y todo esto sin querer hacerlo. Hoy miro el retrovisor y me doy cuenta que el proceso de soltarme de lo que tanto me aferre fue violento, agresivo, estuve sacando y clavando esa estilla en mi pecho muchas veces, causándome dolor a mi mismo haciéndome entender lo que pasaba, venciendo la gravedad para poner los pies en la tierra hasta que un día deje caer la estilla en el suelo y con el cuerpo agonizante decidí confinarme, alejándome de todo y de todos, supe aprovechar el tiempo que muchos odiaron y que para mi fue terapéutico, aunque cigarrillos y pocas horas de sueño no concuerden con esa definición.
Hoy solo te pido disculpas por esos caóticos días en los que nada en mi estaba bien.
Existieron días en los que te extrañe, tardes que te ame, noches que te odie con todo mi ser y mañanas en las que entendí que no te odiaba a ti, me odiaba a mi por ser tan insistente cuando no debo. Desaparecí tu nombre de cada esquina, deje de mirar lo que te gustaba, lo que decías, lo que te hacia reír, deje de mirar tus fotos, deje de escuchar canciones que me recordaran a ti, deje de escribir porque no podía terminar un párrafo sin que doliera, sin querer enviártelo. Pero lo logre, logre soltarte y logre tomar todo lo bueno para guardarlo en una parte de mi de la forma mas sana.
Aprendí a llevar todo con mucha mas calma, a no correr y no dar todo por seguro, a rendirme sabiendo que lo di todo y aun así no era para mi. A ponerme en los zapatos del otro y no pensar de forma egoísta, a evolucionar y ser mejor en otra ocasión, en otra piel. Hoy en día puedo mirar tu nombre sin que duela, sin odiarte, sin algún rencor porque tan solo veo lo que fue una parte mi vida y eso esta bien, que en ocasiones debemos soltar para poder tomar eso que el universo quiere darnos.
Hoy, vuelvo a caminar Con la cara en alto, sonriendo mientras mientras mis dedos se deslizan sobre el teclado y mi mente funciona como una maquina de ideas, arrojando palabras como si fuese un rifle automático, sobre cualquier cosa, sobre cualquier tema, porque a partir de hoy algo en mi renace, se pone una armadura y esta listo para salir al mundo.
"Contigo los miedos y la oscuridad vencí"
A. Rodriguez S.
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